Rita Robledo es ingeniera agrónoma, recibida en la Universidad Nacional de La Pampa. Especializada en agricultura por ambientes, es parte de una empresa que realiza seguimiento profesional de cultivos, con foco en monitoreo de plagas y enfermedades. Su asesoramiento cubre unas 14.000 hectáreas en la zona comprendida por Pehuajó, Henderson, Daireaux, 30 de agosto y algo en Villa Massa. Desde allí ha sido testigo “privilegiada” de los pormenores que generaron todo tipo de plagas y enfermedades en la zona, pero también actor clave en su tratamiento y control.
Robledo también forma parte de Solapa 4, una empresa de servicios de tecnología que busca mejorar el proceso de toma de decisiones en entornos complejos para la agricultura.
Como asesora, Robledo trata con clientes de diversa índole: desde productores grandes, con 1.500 a 2.000 hectáreas propias, hasta otros más chicos, de 300 a 500 hectáreas. En su gran mayoría, 100% agricultores, dedicados a la agricultura permanente en siembra directa. En promedio, dichos productores siembran soja, maíz, girasol, trigo y cebada.
Acerca del escenario que le ha tocado recorrer en esta última campaña, la asesora describe un año muy particular que se caracterizó por un inicio de implantación de los cultivos que se extendió hasta fin de enero prácticamente. Esto tuvo que ver con la seca que arreciaba. “Durante todo ese período tuvimos ataques de arañuelas que se fueron controlando eficazmente con diferentes producto”, señala Robledo.
Cambio de clima. A partir de enero, empezó a llover. El escenario cambió y también las plagas: “Aparecieron isocas que hasta el día de hoy estamos controlando, pero con valores muy, muy altos; en el umbral de aplicación teníamos 30, 40, 50 isocas por metro lineal, para dar una dimensión de la magnitud del ataque”.
En algunos casos fue necesaria la reaplicación, vistos esos niveles tan altos de isoca que seguían quedando y haciendo daño por encima del umbral.
Poder residual. “Buscamos en su mayoría productos con poder residual, ya que los ataques fueron a partir de fines de enero, principios de febrero y teníamos mucho por transitar en el cultivo —explica la asesora pampeana—, los que mejor anduvieron fueron las diamidas, con muy buenas residuales”.
Respecto de la especie, la más importante era la isoca medidora pero también había isoca bolillera, ambas con fuerte presencia.
“En total, este año hubo que aplicar en algunos casos dos veces por isoca y una vez por arañuela. Lo que anduvo muy bien fue la aplicación de algún producto para arañuela, con poder residual para isoca. En muchos casos, con una sola aplicación no tuvimos que volver a aplicar”, señala Robledo.
“Ahora están apareciendo chinches pero todavía no hemos tenido que aplicar”, refiere la asesora. También afirma que si la población se incrementa comenzarán las aplicaciones pero aún no se observa un ataque muy generalizado, sólo en lotes puntuales de soja. En cuanto a girasol, también se presentaron ataques fuertes de isocas medidoras y hubo que aplicar en la mayoría de los lotes.
En cuanto a enfermedades en soja, la ingeniera agrónoma describe: “Venía todo muy tranquilo con la seca pero cuando a fines de enero empezó a llover cada tres, cuatro días, en la zona, entonces la presencia de enfermedades se empezó a notar y algunos lotes fueron aplicados”.
Las enfermedades que más se ven, en la zona, son septoria (Septoria tritici y Mycosphaerella graminícola) y cercospora (Cercospora beticola).
Malezas. En términos de malezas, la más importante este año —dice sin dudarlo— fue rama negra. “Sobre todo en esta zona que venimos de una situación muy particular: la campaña pasada prácticamente el 50% de los lotes no se sembraron porque estaban con agua, al momento de la siembra, cuando se retiró la inundación, ya estábamos entrados en enero y hubo mucha superficie que no pudo ser sembrada, entonces los lotes se enmalezaron mucho, hubo extrema presión de rama negra”, dijo. Sólo en aquellos lotes en que pudieron hacer los barbechos en tiempo y forma, se pudo lograr un efectivo control de malezas.
Cuando estamos pensando en el control de rama negra, “es clave hacer los controles de otoño/principios de invierno —señala Robledo—, para poder matar todos los nacimientos de la estación. Y luego hacer otro control en septiembre, para lo que son los nacimientos de primavera”.
La Ingeniera insiste: “En la zona, el problema sigue siendo rama negra, es la maleza a pensar, para preguntarnos qué herbicidas vamos a estar utilizando”. La idea que subyace siempre es la de alternar los principios activos, para poder controlarla mejor y para no generar una resistencia en otras malezas.
“Viola (arvensis) también se está viendo como un problema”, indica Robledo.
Gramínea. La particularidad de este año en el oeste la aportaron las gramíneas. “De Digitaría y Eleusine, hubo mucha presión, más que otros años”, según refirió la asesora.
“En las últimas tres campañas la problemática se complicó mucho”, consideró Rita Robledo. Apareció rama negra y pasó a ser “la vedette de las malezas”, a su vez, otras malezas complicadas como Viola, Quinoa, ésta última una maleza de difícil de control.
En su experiencia, Robledo agrega que tuvieron una presión de gramíneas importante en lo que fue soja, y en maíz también. “Con lo que la problemática de malezas se viene complejizando cada vez- afirma- Y por suerte estamos acá y no en los lugares donde tienen sorgo de alepo resistente, raigrás resistente, y otras problemáticas. Pero, si no empezamos a hacer las cosas bien, ya los vamos a tener, esto no es una isla”, agrega.
Estrategias. En su proyección, la ingeniera agrónoma ve una necesidad: “Tendremos que ser lo suficientemente inteligentes como para cambiar las estrategias, usar distintos principios activos, olvidarnos de que con el glifosato vamos solucionar todo, ya sabemos que no va a ser así. Lo que veo y he hablado con otras personas es que no hay principios activos que vengan a solucionarlos los problemas, nos tenemos que arreglar con los que hay. Que se puede. Pero tenemos que saberlos usar en tiempo y forma. Es una problemática sobre la que tendremos que estar encima”.
Fuente: La Capital.