Monocultivo, concentración y productivis con las que la presidenta considera agropecuario.
En la apertura del período de sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa, la Presidenta de la Nación enumeró las “bondades” del modelo económico aplicado desde 2003 a la fecha. En ese marco, destinó algunos párrafos de su discurso a la situación del sector agropecuario en estos años.
Cristina Fernández de Kirchner mencionó que se ha duplicado el volumen de la cosecha de granos del país y se refirió al crecimiento del valor en dólares de una hectárea en la zona núcleo, mostrando a su juicio lo que son parámetros de una política exitosa.
Debemos decir, los pequeños y medianos productores, que efectivamente ha habido un modelo que triunfó. Fue el del monocultivo sojero a gran escala, que es el que ha defendido el kirchnerismo en todo este tiempo.
Al hablar de la expansión agrícola como un acierto, la Presidenta no hizo ninguna autocrítica sobre el hecho de que el corrimiento de la frontera agrícola se dio por sobre zonas que siempre habían sido ganaderas. Y que eso explica, en parte, la caída de 10 millones de cabezas de ganado vacuno en el país.
La Presidenta debería haber recordado también que para chacareros y campesino, para los que no son dueños de sus tierras, no es un hecho relevante el precio de la hectárea cotizado en moneda extranjera. En el país tenemos hoy, por cierto, nueve millones de hectáreas cuya titularidad no está regularizada. Se han multiplicado los desmontes y la destrucción de bosques nativos en la Argentina de la última década. Por otro lado, los pequeños productores no somos agentes inmobiliarios, sino que aprendimos un oficio que hace tiempo iniciaron nuestros antepasados, como es el de cultivar la tierra.
Es cierto que creció el volumen de soja cosechada. Pero cada año la producción está concentrada cada vez en menos manos. Grandes empresas concentradas se quedan con el grueso de la renta sojera. De eso no habló la presidenta. Tampoco destinó ni una línea de su largo discurso a la situación de la lechería o el trigo en el país. Estamos estancados hace una década en la producción láctea, en trigo se perdieron casi tres millones de hectáreas sembradas.
En las economías regionales, por cierto, por los productos y alimentos que hacemos los agricultores se nos paga por debajo del costo, porque se mantiene una enorme distorsión hasta las góndolas, y falta una política nacional de comercialización que revierta la concentración actual.
Llama la atención, finalmente, que en el fragmento destinado a hablar del sector agropecuario no se haya dicho nada sobre políticas diferenciadas. Vale la pena recordarle a la presidenta que 2014 ha sido designado a nivel mundial como el Año Internacional de la Agricultura Familiar. Eso determina entonces las pocas expectativas de que este gobierno deje de impulsar y sostener un modelo de agronegocios para pocos, y fomente un desarrolo de los agricultores pequenos y medianos, los que pueden garantizar la seguridad y soberanía alimentaria en la Argentina.
Fuente: Prensa FEDERACION AGRARIA ARGENTINA
